Entre brujas y café las letras no tardan en llegar.

Me resulta simpático el crecimiento de mi hermana, a veces molesta en otras acongojada porque nadie la entiende, todo un caso de pre-adolescente en potencia, inicia su etapa de pretensión, la ropa, el maquillaje, los zapatos con tacón cada vez más alto, escuchando la música que suena en el radio en el momento el top ten, conoce el nombre de todos los artistas actuales, pero eso si, no deja de fascinarse con las caricaturas del disney channel y querer fiesta de cumpleaños con piñatas, gorros pastel y brincolín. Está difícil edad en que quieres crecer, ser tratado como un adulto sin dejar de comportarte como un niño cuya única obligación es la escuela y divertirte con los amigos, la difícil etapa en dónde descubres que no se puede tener todo en la vida, que también existen otro tipo de responsabilidades y que es muy complicado tomarlas. Ahora ella reclama su espacio, tiene conferencias telefónicas durante horas, se termina el crédito de su celular en días, pero cuando le pides que arregle su cuarto y recoja su tiradero esparcido por toda la casa, dice que es sólo una niña, me resulta curioso como siempre buscamos aquello que nos convenga, cuando me molesta de verdad le digo: no sabes la suerte que tienes, estiras la mano y te preparan la comida o te dan para poner crédito en tu celular o comprarte la blusita de moda que viste en el aparador el día anterior, no sabes la suerte que tienes de no tener que ganarte la comida todos los días, como ese niño que no es más grande que tú cargando sobre su espalda el doble de su peso ayudando a su papá a ganarse el pan todos los días, o esos hermanos que están lavando coches con sus zapatos rotos y sus playeras descoloridas. su respuesta siempre es y yo tengo la culpa de su suerte. No puedo negar que me dan profundas ganas de ahorcarla, pero recuerdo lo irreverente que solía ser yo así que solo muevo la cabeza y la dejo ser. Por más que la motivo a la lectura ella prefiere el canal de chismes o la novela de la hora estelar, déjala, está en la edad me dice mi madre, tú me saliste rara, pero ella vive de acuerdo a su edad. Qué decirle contra eso. Ciertamente nuestras realidades son diferentes, nuestra educación también fue diferente, tal vez no la entienda, y quiera sacarle los ojos la mayor parte del tiempo, pero ella sabrá cuando quiera crecer, a final de cuentas, tiene esa suerte y no tiene culpa de poseerla.